jueves, 26 de noviembre de 2009

Como en casa...

Setecientos durísimos kilómetros, mucho calor, nada de humedad, me duele todo... y sigo en la ruta. Las ruedas de mi moto apuntan desesperadamente a la ciudad de Trujillo. No lo pienso dos veces, Linda y yo tenemos que descansar.
Despues de cruzar la frontera hemos ido visitando las principales ciudades del norte de Perú. Creo que un poquito de mi corazón se ha quedado en Chiclayo, linda ciudad de verdad.
Sobre la ciudad de Trujillo no voy a escribir ya que en capítulos anteriores lo había hecho.
En la entrada de la ciudad, buscamos en el mapa la Plaza de Armas y allí está el hotel. Algunas celebraciones en aquella plaza, mucha gente y muchos autos. Música, puestecitos y muy buen ambiente. Creo que será una buena disculpa para un paseo en la tarde.
Linda me lleva a la puerta del hotel, detenemos motor y una voz dice "Buenas tardes Sr. José, como ha ido su viaje?" Wow, no lo podía creer, cinco meses después y aún recuerdan mi nombre. Se que recordar a Linda es muy fácil, pero mi nombre? Eso me dejo sin palabras. Un cordial saludo y a recepción. Linda quedó custodiada por el botones del hotel.
Solo dije "buenas tardes, me gustaría una habitación...." y de pronto "Buenas tardes Sr. José, que bueno su visita, como ha ido el viaje?"... sin palabras. Era la señorita Karina Watanabe.
Después de tantas y tantas horas en solitario rodando con muchos sacrificios, recibir una sonrisa y una calurosa acogida es como poco, lo mejor que uno pueda desear.
Ya la calidad del hotel dejaba de importar, porque su calidez era su bandera.
Hablo del hotel Libertador Trujillo.
Linda a la cochera (garaje) y yo a la ducha. Las instalaciones son fantasticas. Todo nuevo, super cuidado. Un jadin interior precioso, unas zonas comunes lindísimas y sobre todo destaco el calor humano que allí tienen. Por momentos me sentí "como en casa".
Fue mi segunda vez en ese hotel y estoy seguro que no será la última...
Muchas gracias desde aquí a todo el personal del hotel Libertador Trujillo.