jueves, 2 de abril de 2009

Calentando motores.

Veinti pocos días para regresar a Buenos Aires. La cuenta atrás ha comenzado y ya me estoy comiendo las uñas.
En estos tres meses no ha habido ni un solo día que no hablara de este viaje. La gente me para en la calle y siempre sale el tema de conversación. Creo que hablamos más del viaje que de la crisis.. jajaja
Otra vez tengo en mi mesa una lista con las cosas que necesito para el viaje. Me compré incluso una libretita que llevo en el bolsillo y que cada vez que recuerdo algo para el viaje lo anoto. Así hice la primera vez y me fue perfecto, es por ello que copié esa táctica.
Aún me quedan cosas por hacer, pero si no hay ningún susto, creo que me dará tiempo de sobra. La vez pasada pensaba igual y fue cuando tuve el accidente de mi brazo izquierdo...
Por cierto, ya ni me acordaba, el brazo está en perfectas condiciones. El problema de ligamentos se solucionó y a base de ejercicios conseguí recuperar los músculos, con lo que apenas me siento cuando hago un gran esfuerzo.
La ruta ya está marcada en el ordenador, queda perfilarla, revisar gasolineras y poco más. Luego la pasaré al GPS y a esperar.
En mi equipaje llevo el espejo retrovisor y el intermitente roto que tiene Linda. Son los daños colaterales de 6.000 km por la Patagonia argentina. Lo primero que haré en cuanto llegue a Buenos Aires es hacerle una revisión, cambio de aceite y filtros. Tiene que estar en perfectas condiciones para esta segunda etapa que será casi tres veces más larga.
Si en la primera etapa el enemigo fue el viento, en esta también tendremos un duro contrincate: el soroche o mal de altura.
Los que estamos acostumbrados a vivir al nivel del mar, al subir a altitudes considerables acusamos la falta de oxigeno traduciéndose en fuertes dolores de cabeza y náuseas. Nos casamos con subir simplemente un par de escalones. Reconozco que a mí me pega muy duro. Lo he sufrido en dos ocaciones y es terrible, curiosamente las dos en el lago Titicaca. En la segunda incluso me tuvieron que dar oxígeno con una mascarilla.
Esta vez intentaré ascender más despacio, haciéndo menos esfuerzos y realizando paradas para acostumbrarme poco a poco a la falta de oxígeno.
De todas formas es un enemigo más previsible. Sería muy fácil no subir a grandes altitudes evitándo este mal, pero no visitar La Paz, el lago Titicaca, Copacabana, Puno o el NOA Argentino sería imperdonable.
He hecho una pausa en este escrito y he recapacitado pensando en los preparativos de la pasada estapa. Me sentía mucho más nervioso, me preocupaba muchísimo y sobre todo, sufría muchísimo. Por fin he conseguido que no me llamen "loco" por estar cumpliendo mis sueños. Ya mi familia y amigos están mucho más tranquilos. Se han dado cuenta que aunque es un viaje arriesgado yo voy muy preparado y con mucha cautela.
Hace unas semanas preparé un asado en mi casa, nada que ver con el que preparó Marcelo en Neuquén, a ese no hay quien le gane....
Reuní a más de 50 personas entre familiares, amigos y la gente que de una manera u otra ayudaron a conseguir mi sueño. Hice un montaje con las fotos, vídeos y escritos. Al terminar el asado lo proyecté en una pantalla grande y conseguí transportarlos a Argentina, a mi viaje y a mi locura. Creo que salió todo muy bien. Ha sido lo mejor que podía hacer por esas personas tan importantes. No podía creer que mi abuela, con 94 años, estuviera allí super pendiente de lo que hacía su "nietecito favorito" por Argentina.